Relación entre el intestino y la piel: la importancia del microbioma para la salud de la piel
El microbioma cutáneo es el conjunto de microorganismos que viven en la piel humana. Estos organismos incluyen bacterias, hongos, virus y protozoos que contribuyen al equilibrio de la piel y pueden desempeñar un papel importante en la salud. El microbioma de la piel es único para cada individuo y puede cambiar con la edad, la estación, la actividad, el estrés y otros factores. Está estrechamente relacionado con el microbioma intestinal y, de ahí la gran relación que existe entre el intestino y la piel. Si queremos mejorar nuestra piel, es claramente para mejorar nuestro intestino y por lo tanto para comer y beber mejor.
Pero, después de todo, ¿qué es comer y beber mejor?
Este microbioma intestinal y cutáneo tiene una relación simbiótica con nosotros, por un lado les proporcionamos alimento, por otro realizan funciones que nos ayudan. En la piel, mantiene la barrera y evita la invasión de patógenos. En el intestino favorecen la absorción de nutrientes y nos ayudan en la digestión de ciertos alimentos.
El microbioma intestinal cambia en función de lo que consumimos. Si aumentamos las llamadas «bacterias buenas» estamos aumentando los microorganismos que contribuyen a una mejor absorción de nutrientes por parte del organismo. Si aumentamos las llamadas «bacterias malas» estamos favoreciendo la inflamación en el organismo y aumentando la permeabilidad intestinal. Algunos ayudan a nuestro sistema inmunológico, los otros promueven enfermedades en nuestro cuerpo. Y nuestra piel será el reflejo a largo plazo de nuestro intestino. Así, también estamos provocando inflamación en la piel y propensión a padecer afecciones como el acné, la rosácea, las pieles atópicas, sensibles, entre otras.
¿Y qué alimentos favorecerán la proliferación de bacterias buenas?
Alimentos como verduras frescas, frutas, cereales sin procesar, semillas, frutos secos y sobre todo los famosos probióticos. Grandes ejemplos son el miso, el kéfir, el chucrut y otros encurtidos fermentados naturalmente y la kombucha artesanal.
Por el contrario, ¿qué alimenta a las bacterias malas?
Alimentos procesados, azúcar, bebidas dulces no fermentadas, productos de pastelería, harinas industriales, jamón y otras carnes procesadas, alimentos congelados, leche y derivados industriales, alcohol.
Y con el tiempo, la bacteria con la que alimentamos es la población que crecerá en el intestino y que luego se extenderá al resto de las membranas mucosas, es decir, la vaginal y la piel. Y la piel quedará frágil y con su población bacteriana desequilibrada. Si a esto le sumamos una rutina de belleza defectuosa o productos que no son adecuados para nuestra piel, lo tenemos todo para desarrollar cuadros inflamatorios crónicos y sufrir un envejecimiento prematuro.
Fotos de Anita Gonçalves.